Nuestro orgullo no mata
Hablemos de inclusión y de respeto, sí (siempre hay que hablar de inclusión). Pero no dejemos de interpelar el imperio invisible de la cisheterosexualidad como norma. Orgulloses de activar un trabajo social disidente, que batalle contra el régimen político de la cisheterosexualidad obligatoria. El orgullo que celebramos no es el de la góndola capitalista. El orgullo que corre por nuestras venas es el que se inscribe en la historia de tantes otres que fueron haciendo posible que nosotres existamos hoy, así, como queremos ser, y que eso esté bien.
Orgullo todo el año, claro. Pero hoy, hacemos memoria de un episodio que marcó fuerte la historia de nuestras luchas. Un episodio en el cual dos de sus principales protagonistas (foto) fueron mujeres, trans, latinas, negras, VIH+. Hagamos memoria. No surgimos de estéticas y lobbies acomodados. Venimos de una intersección de heridas que, con el tiempo, fueron dando vida a los movimientos de liberación sexual.
Por eso, que cada día sea del orgullo. Que la lucha sea en cada espacio cotidiano (laboral, familiar, de amigues) en el que podamos frenar el odio que aún nos mata, la vergüenza que nos quiere repatriar al armario, la mordaza que nos silencia ante la burla. El imperio invisible sigue operando: las disidencias también.
Orgullo es como nuestro encantamiento para que la escritura social de la cisheteronorma se haga visible, y la podamos conjurar al no ser.
Comisión de Géneros y Diversidad Sexual (CPSSPC)
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