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Intervenir en Violencia(s), entre precariedad, precarización y pandemia

La pandemia se nos presenta cargada de temores, sobreinformación, responsabilidades, dudas; ubicándose en el centro de la mesa los cuidados. Asistimos a un momento, en que los discursos de diversos actores coinciden en un llamado al cuidado comunitario, reconociéndolo como necesario y urgente. Como trabajadoras sociales feministas, que nos desempeñamos en el abordaje de las violencias dentro de la órbita estatal, sentimos la necesidad de compartir algunas reflexiones-ideas, por supuesto inacabadas, situadas y conflictivas, que intentan aproximarse a los intersticios de la precariedad, la precarización laboral, las violencias contra las mujeres, la intervención profesional y la pandemia.

Se nos plantea como sociedad, la necesidad de cambiar nuestra vida cotidiana a través de un periodo de aislamiento, lo que nos permite constatar una vez más, que somos precarixs, vulnerables, y necesitamos la presencia de les otres en nuestras vidas, desde que arribamos al mundo. ¿Habíamos apreciado hasta el momento, con tanta claridad nuestra precariedad? Probablemente no.

El engranaje que conforman los sistemas de opresión patriarcado/capitalismo/colonialismo, se empeñó en deslegitimar los cuidados, no solo invisibilizándolos, sino también precarizándolos. Por eso, que los cuidados estén ocupando la agenda pública, nos remiten inmediatamente a los aprendizajes de nuestros feminismos, que desarrollaron la tarea de politizarlos. Como trabajadoras sociales, que intervenimos en los abordajes integrales de las violencias y que formamos parte un colectivo de compañeras organizadas , nos venimos haciendo eco una expresión: “cuidar a las que cuidan”; ya que nos posibilita dejar en evidencia que, por un lado, quienes cuidamos/asistimos/atendemos/acompañamos a las mujeres que atraviesan situaciones de violencias en la Provincia de Córdoba, estamos en condiciones de extrema precarización1; y por el otro, que estamos convencidas, que una política pública integral y efectiva, que tenga como horizonte el derecho de todas las mujeres a vivir una vida libre de violencias, no puede sostenerse con la precarización de sus trabajadoras, no casualmente, mujeres; viendo una vez más, como el sistema nos vuelve a entrampar.

El ojo también está en el Estado, hay una clara exigencia de pedir que controle y cuide, control y cuidado por momentos parecen fusionarse, los discursos van variando, los comentarios en los portales pasan de reivindicar la salud pública, a replicar la peligrosa expresión “mano dura”. Frente a esto, Argentina está desarrollando un plan de contingencia, no solo basado en la experiencia de los países que viene contando las cifras más alarmantes de muertes, sino, claramente colocando la vida en el centro. Descentrar hoy a los mercados y colocar la vida en el centro, se acerque quizás, a lo que la economía feminista viene proponiendo-nos a través de esas otras formas de pensar y construir la economía de nuestros pueblos.

Desde nuestro espacio, laboral y de militancia(s), nos estamos preguntando qué sucede, cuando al cruce de precariedad y precarización se le agrega una pandemia de carácter mundial como COVID-19, y pensamos, que más allá de todas las incertidumbres, existe una certeza: las trabajadoras, estamos y estaremos expuestas a una sobredemanda; así, las condiciones de precarización que venimos habitando con rabia, vulnerabilidad, organización, miedos, se están reconfigurando. Sabemos que “Quedarse en casa”, no ha sido fácil para las mujeres a lo largo de nuestra historia, configurándose el espacio doméstico muchas veces como el lugar ejemplar de violencia(s) y explotación para nuestros cuerpos, por ello entendemos que la coyuntura actual implica una reorganización y reestructuración de los programas y dispositivos que atienden situaciones de violencias; pensándose principalmente a las dinámicas de “teletrabajo” como estrategias capaces de responder a múltiples demandas y suplantar a diversos dispositivos de intervención. Nos invitamos a no dejar de preguntarnos, ¿Que pasa con nuestras intervenciones, nuestras implicancias y nuestra ética? ¿Qué dimensiones adquiere la parcialidad de nuestra valoración /acompañamiento y contención telefónica ? ¿Cómo sorteamos-esquivamos-vigilamos las prácticas de re-victimización en esta coyuntura?.

De todas las preguntas que continúan, elegimos resaltar la siguiente: ¿Quien mira a las trabajadoras de violencia(s) que están realizando guardias activas por el mismo salario precario que hace un mes?. Sin la intención de cerrar, sino de seguir abriendo el abanico de reflexiones posibles, enunciamos que seguimos apostando a un trabajo social, comprometido, crítico, feminista y situado. Si el coronavirus, vino a exponer nuestra precariedad, ojalá seamos capaces de tejer esas redes de precariedad necesarias para liberarnos también, de la precarización a la que el cis-tema heteropatriarcal nos expone, una vez más, a todes nosotres.

Denise Paz-Celeste Nicolini: Feministas y Trabajadoras Sociales.

*En este breve texto el lenguaje esta trastocado, escribimos como hablamos, principalmente utilizando genero femenino y lenguaje inclusivo. Nuestra única intención de jugar con la lengua, es reconocer siempre que mujeres y disidencias -nos referimos a todas las corporalidades que se corren de la cis-heteronorma patriarcal-llevamos en nuestros cuerpos las marcas de las desigualdades, las violencias y las rebeldías.

1 Hacemos referencia principalmente a la figura de Monotributos y Becas presentes en la Provincia de Córdoba. Lo que imposibilita a muches profesionales del acceso efectivo a sus derechos laborales, además el ingreso monetario esta sumamente alejado de la canasta básica.


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Reflexiones en tiempos de cuarentena

Invitamos al colectivo profesional a reflexionar sobre nuestro rol en esta pandemia desde cada espacio / campo laboral.

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