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La niña, la querella y el trabajo social

Hace un par de semanas La Cámara 12 del Crimen en Córdoba sentenció a 16 años de prisión al abusador de O. LL., la adolescente de 17 años que denunció hace seis a una persona de su núcleo intrafamiliar por abuso sexual. Se trató del primer juicio en Córdoba en que la querella la encabezaba un adolescente, con la asistencia de un abogado del Niño, Niña y Adolescente.

Concretar exitosamente este caso testigo, fue gracias, en parte, a la aguerrida conducta de la Lic. Paola Machinandiarena, quien nos relata en primera persona esta experiencia de trabajo comprometido con los derechos de niños, niñas y adolescentes:

“Yo empecé a trabajar con esta niña cuando tenía 6, 7 años, un poquito más capaz, pero no mucho más que eso. Las primeras intervenciones tuvieron que ver con la restitución de ella a su familia de origen. Mirándolo en el tiempo, si uno valorara con el diario del lunes, es algo que no se tendría que haber hecho, pero el momento histórico en que eso pasó tenía que ver con revalorizar los vínculos familiares, poder acompañar a la familias de origen.

Estábamos en la época de la cordada, de la nueva ley de niñez y demás, y la idea era revisar nuestras intervenciones en función de recuperar, restaurar y acompañar estos vínculos familiares más cercanos por sobre la institucionalización de los niños o sobre estas decisiones que sólo tomaban los jueces de menores de esa época. Entonces ella, que no vivía ni con su mamá ni con su papá, pudo volver a su familia.

Estuvimos acompañando ese vínculo mucho tiempo con las psicólogas que estaban en ese momento en el equipo. Nosotras teníamos el taller de educación sexual en sexto grado, ella estaba en sexto grado y un día de las vacaciones de julio, que fue el día de su cumpleaños, ella le cuenta a su prima lo que venía viviendo con su padrastro. Fue devastador, imaginate, devastador absolutamente para todo el equipo de salud, para la escuela, para ella ni hablar, pero nosotras como equipo de salud sentimos que habíamos defraudado absolutamente todo ese acompañamiento que nos habíamos comprometido a hacer y que veníamos haciendo. De hecho, es una de las familias con las que más hemos trabajado durante todos estos años, todo el equipo de salud, porque era una familia muy frágil en sus vínculos, muy violenta en algunas cuestiones, sobre todo el padrastro de la chica hacia los niños.

Después de esa revelación la niña y sus hermanas se fueron del barrio varios años, y volvieron al barrio a fines del 2016 por decisión de la SENAF (Secretaria de Niñez Adolescencia y Familia), porque la familia que las tenía, que era una tía materna, había decidido que no podía tener más a las chicas. Cuando ellas vuelven, la SENAF nos pide que acompañemos y que veamos cómo era ese vínculo. Yo hice varias valoraciones, muchas visitas domiciliarias y demás, la SENAF hizo las suyas, y las hermanitas de ella que estaban viviendo con la mamá y el papá. Yo personalmente valoraba que no estaban en condiciones de estar en ese espacio, la SENAF también, entonces entra a intervenir aldeas infantiles SOS.

Con ella, que en ese momento tenía 16 años, particularmente me pasó que en diciembre del 2016 me entero que está en el barrio con otra tía que vive ahí, y la voy a visitar después de varios años de no verla. Ella se acordaba de mí también y le pregunto qué era lo que ella quería, qué era lo que ella necesitaba, y ella lo primero que me dijo es “quiero que se haga justicia, porque nunca se hizo justicia con mi caso”. Le dije que íbamos a ver qué podíamos hacer, y me acordé de que nosotros veníamos trabajando con el protocolo de Empalme y Vanina Lamberti me había llamado hacía unos días para ver si lo podíamos presentar en el colegio de abogados en una charla.
El eje de la charla era el abogado del niño, entonces me había quedado su contacto y la llamé para preguntarle qué se podía hacer en esta situación, qué me recomendaba ella, porque me había parecido muy piola. Vanina me dijo que le interesaba el caso y quería aprender, que nunca había acompañado a ninguna niña pero le interesaba aprender y meterse en el caso”. Esto fue después del 25 de diciembre y quedamos en que en febrero (del 2017), cuando se reabriera la justicia, íbamos a tener una reunión.

Antes de irme de vacaciones le pregunté a ella si le interesaba tener un abogado particular y le expliqué; muchas veces la intervención de todo el año pasado y este año tuvo que ver con traducir a un lenguaje popular qué significaban un montón de cosas de las que se hablan en la justicia, entonces una de las cuestiones era explicarle qué significaba tener un abogado particular: que no era del estado, ni era de la SENAF , ni era del Juzgado de Familia, ni nada por el estilo. Ella aceptó, y quedamos en encontrarnos en el SPD (Servicio de Protección Integral de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes) de Empalme, que nos prestó el lugar, una salita de reunión.
Ahí nos conocimos con Vanina y comenzó todo el proceso de acompañamiento. Primero fue bastante complejo, yo tuve que hacer varios escritos al juzgado en su momento para explicar por qué ella podía y tenía autonomía para poder decidir y ser querellante, hubo un montón de idas y vueltas con ella, en algún momento me super involucré emocionalmente, es re difícil no hacerlo.

Te involucrás porque es un acompañamiento muy cercano y somos humanos, entonces es difícil la distancia profesional, pero bueno, el eje tuvo que ver con poder acercarme a ella en las distintas etapas por las que atravesó. Tuvo muchísimas crisis en el medio, vivió en muchísimos lugares distintos, la echaron de todos los lugares donde ella estaba viviendo, la SENAF se plantó en que ella tenía que estar en un instituto de menores y no en una casa de familia, la familia le dio la espalda todas las veces que pudo. De hecho por eso ella es querellante particular, porque no hay familia que sostuviera la querella, entonces fue acompañar desde un lugar más humano también.

Al no haber nadie de la familia, al estar ella sola, al estar en una relación de noviazgo que por momentos también se tornaba violenta, también tuvimos que hacer ahí un apoyo más de escucha, de sostén emocional, de gestión de recursos, de apoyarla en un montón de cuestiones. Por ahí ella le ha contado a Vanina alguna vez que ni siquiera tenía plata para comprarse toallitas higiénicas, cosas muy básicas. Acompañarla en la relación de noviazgo y poner límites en algunas cuestiones, sostener y acompañarla con el proceso de inserción escolar, porque ella había dejado la escuela hacía varios años, acompañar todo el proceso de comenzar a vivir con el novio. Y explicar las cuestiones más jurídicas y acompañarla en algunas ocasiones en las que ella iba al juzgado a Tribunales II a hacer trámites.

Entonces poder estar ahí con ella explicando algunas cuestiones, sosteniendo, siendo el sostén de un montón de cuestiones que tenían que ver con las emociones de atravesar ese proceso, eso fue mucho. Después articular con aldeas infantiles, con la SENAF ; esas articulaciones fueron bastante complejas, porque la SENAF sobre todo le ponía muchas trabas en sus visitas a las hermanas. Otra cuestión fue acompañarla al juzgado de niñez y juventud a entrevistarse con el Juez y con la Vocal, que era la Jueza del juicio que acaba de pasar. Para que, al haber tan poco sostén familiar, las instituciones por las que nosotras íbamos atravesando con Vanina y ella vieran que, a pesar de no haber sostén familiar, había sostén institucional, que no es fácil de conseguir, porque si no la única opción eran los institutos de menores de la provincia.

Por último, esto de ser querellante en una causa fue una propuesta de Vanina cuando la conocimos. Planteó que si quería que se haga justicia podían intentar reactivar la causa, pero ella no podía reactivarla, no podía ir como abogada porque no tenía a título de quién ir. Entonces le propuso si ella quería ser querellante en la causa contra su padrastro. Le explicamos lo que significaba, con dibujos y un montón de cuestiones interesantes y didácticas para los jóvenes, porque es re difícil saber qué es ser querellante.

Fue re interesante todo el proceso que se hizo en la justicia para lograr que ella fuera querellante, todas las cartas que hicimos, las notas, un montón de cuestiones. Yo hice un escrito de autonomía progresiva, un informe social donde valoraba la autonomía progresiva de esta muchacha, en función de las intervenciones que había tenido durante todo estos años.

Es una de las intervenciones más movilizadoras pero también más satisfactorias de mi carrera, hacía mucho tiempo que no tenía intervenciones así, salvo el consejo de jóvenes que es un motor también importante en mi vida profesional, acompañar a una adolescente, poder acompañar su proceso de autonomía, poder defender su protagonismo y poder fundamentarlo, y poder hacerlo junto con ella, la verdad fue sumamente interesante y motivador para continuar con un montón de cuestiones y de intervenciones en el barrio”.

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