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El #8M #NosotrasParamos

El CPSSPC invita a todas las colegas a sumarse a las distintas acciones que se realizarán el 8 de marzo próximo, en el día internacional de las mujeres trabajadoras.

Compartimos aquí el documento elaborado por la Intersindical de mujeres, donde han participado en su redacción nuestras compañeras Andrea Machado y Claudia Patricia Fontanesi

El #8M #NosotrasParamos

Y decimos BASTA de desocupación, violencia laboral y desigualdad económica.

Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, PARAMOS. Suspendemos nuestras actividades laborales y nos movilizamos, junto a miles de mujeres y diversas organizaciones nucleadas tras la consigna #NiUnaMenos, frente a la multiplicación de casos de femicidio, a la violencia expresada en todas sus formas contra las mujeres, a la desigualdad económica y al embate contra los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

Diversas organizaciones sindicales estamos confluyendo en un espacio que reivindica la unidad y levanta banderas comunes en defensa del trabajo y a favor de la equidad de género. Frente a la globalización mercantil y el reflujo neoliberal que azota a toda la región, y que en Argentina avanzó en el último año con la expoliación de los trabajadores en favor del enriquecimiento de las corporaciones y generó más de 200 mil despidos en los sectores público y privado- las mujeres trabajadoras organizadas en nuestros sindicatos decimos otra vez BASTA.

Basta a este modelo neoliberal conservador, que beneficia a los sectores más concentrados a costa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Basta de condenar a las mujeres trabajadoras a ser variable de ajuste. Basta de desconocer las leyes laborales y los derechos que nos amparan.

La desocupación, subocupación e informalidad golpean más fuerte a las mujeres

Desde que las mujeres comenzamos a participar masivamente en el mercado de trabajo, las tasas de desocupación, subocupación e informalidad laboral han sido siempre más elevadas en el ámbito de trabajo femenino. Nosotras tenemos que afrontar la precariedad y el subempleo en los momentos de crisis económica, y sufrimos alrededor de un 5% más de desocupación que los varones, en los momentos en que el empleo crece y la economía se dinamiza.

Recibimos en promedio un 27% menos de salario que los varones y esa brecha alcanza el 40% entre las trabajadoras no registradas.

Nos cuesta más ingresar al mercado de trabajo, y mucho más nos cuesta permanecer, estabilizarnos y hacer una carrera que nos permita avanzar posiciones en nuestros espacios de trabajo. Nuestras trayectorias laborales son discontinuas, porque se nos considera las responsables “naturales” de las tareas del hogar y del cuidado de la familia. Las mujeres tenemos una doble jornada: la que nos pagan nuestros empleadores, y las tareas domésticas que realizamos sin remuneración (el 76% de las tareas domésticas no remuneradas son realizadas por mujeres).

Tenemos leyes laborales conquistadas hace más de medio siglo que protegen a las trabajadoras en su función reproductiva, pero hoy el Estado no garantiza plenamente las condiciones materiales para que podamos permanecer en nuestros trabajos: jardines de infantes y maternales, sistema de salud pública, cuidado de ancianos, licencia parental compartida.

La violencia de género se expresa también en el trabajo

Diferentes formas de violencia son desplegadas en los ámbitos laborales. Desde las más crudas como el acoso sexual, hasta las que establecen barreras invisibles que impiden a las mujeres acceder a puestos jerárquicos o avanzar más allá de los niveles iniciales de la carrera laboral.

En algunos lugares la lucha desde nuestros sindicatos nos ha permitido avanzar en la conquista de leyes, mecanismos y acuerdos orientados a garantizar los derechos a la integridad y al trabajo frente a la inequidad de género. Sin embargo, aún falta un largo camino a recorrer para que esas normas se efectivicen y se amplíen.

Frente a la creciente violencia de género que atraviesa también el ámbito laboral, resulta vital y necesaria la implementación de planes integrales de prevención –información, formación y concientización a todos los trabajadores y trabajadoras- y asistencia a las víctimas de violencia en los lugares de trabajo. Políticas que deben incluir licencias, acompañamiento profesional –psicológico y legal- y apoyo económico para garantizar la protección y la inclusión laboral de las trabajadoras.

El financiamiento de las políticas contra la violencia de género en todos los ámbitos es responsabilidad primordial del Estado. Sin embargo, hoy el gobierno nacional solo ofrece recortes al presupuesto de las áreas dedicadas al abordaje y tratamiento de la violencia de género.

Exigimos también el avance en la sanción y/o cumplimiento de normativas que protegen contra la discriminación por razones de género, como las leyes de protección de la maternidad, el proyecto de ley de cupo de personas trans en el ámbito de la administración pública y la Ley Nacional de Violencia de Género a la que Córdoba adhirió en 2016.

La desigualdad económica atraviesa todas las formas de violencia

La violencia de género se sustenta, en buena medida, en la dependencia económica. La desocupación, las dificultades para la inserción laboral, la informalidad de los trabajos, los desiguales niveles de responsabilidad por las tareas de cuidado, crean un círculo tramposo que impide a las mujeres acceder a la autonomía y superar situaciones de violencia.

Necesitamos un sistema de licencias sustentado en la igualdad de género en materia de responsabilidades y de cuidado. Y en ese marco, avanzar en una democratización de las tareas domésticas y de cuidado familiar. Necesitamos políticas activas de formación y de empleo para las mujeres, que ponga fin a las brechas en las tasas de desocupación, subocupación e informalidad.

Debemos asumir desde nuestros sindicatos el desafío: visibilizando la agenda de las mujeres trabajadoras, garantizando más participación y mayores niveles de representación dentro de las estructuras sindicales –haciendo cumplir la ley de cupo sindical femenino, entre otras medidas- y llevando a las mesas de negociaciones las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras, en un horizonte de igualdad económica y justicia social.

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A partir del trabajo conjunto entre sus secretarías de género, las tres centrales sindicales de Argentina -CGT, CTA de los Trabajadores y CTA Autónoma- avanzan en la construcción de la unidad en la acción y en defensa del trabajo. Este espacio Intersindical de Mujeres de Córdoba se suma a este desafío y se propone como herramienta para avanzar en la conquista de nuestros derechos como trabajadoras, junto con nuestros compañeros trabajadores, contra un modelo neoliberal de ajuste y concentración de la riqueza.
Intersindical de Mujeres de Córdoba.

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