Ante la muerte de Trabajadoras Sociales, la necesidad de reflexionar
En lo que va del año tres muertes de trabajadoras sociales ocurrieron en diferentes circunstancias, en Argentina y cruzando el charco. (Uruguay)
Celia que supo ser parte de las primeras colegas que se juntaban para darle forma legal a nuestro Colegio aquí en Rosario. Celia estaba jubilada pero sostenía, quizás nunca sepamos porque motivo, ese vinculo construido en el ejercicio de la profesión con quien fuera su asesino, ahí en Caleta Olivia.
Marisel, uruguaya ella, murió en el vecino país victima de quien fuese su acosador, quien no descansó en su delirio hasta clavarle el puñal que le quitó la vida.
Esta semana en Miramar, Laura fue victima de quien quizás hasta podría haber sido una persona asistida por ella misma en el Patronato del Liberado de Mar del Plata, no solo la mato sino que la sometió sexualmente.
Son tres situaciones diferentes, en contextos diferentes pero que además de mucho dolor por estas mujeres que ya no están, sus familias que están destrozadas nos hacen reflexionar una y otra vez sobre nuestro trabajo cotidiano.
Ante todo, ellas son mujeres victimas de un otro que uso su fuerza, sus fantasmas, para acabar con sus vidas, y ante eso nuestro más sentido pesar.
Luego son profesionales del trabajo social y ante eso no podemos escaparle a preguntarnos, debatir, reflexionar y exigir a quien corresponda desde condiciones dignas y seguras de trabajo hasta formación y asistencia profesional.
Trabajamos en un gran porcentaje de casos en la administración pública, en condiciones precarias de trabajo, con poblaciones, en algunos casos, con padecimientos extremos, profundos, sin recursos para que nuestras intervenciones sean efectivas y cuidadosas del otro y de nosotros mismos.
Somos llamados a poner el cuerpo muchas veces en territorios complejos, donde a veces para algunos la vida vale la bala que demora en llegar.
Muchas veces cargamos con ese compromiso que se transforma en mochila, y pocas veces encontramos en donde dejarla y volver a pensar, pensar que hacemos cotidianamente, pensar nuestra practica. Nuestro empleador, el Sr. Estado, no comprende que para seguir poniendo el cuerpo, la reflexión, la coherencia y todo nuestro saber no solo necesitamos directivas, sino que fundamentalmente necesitamos políticas coherentes, lineamentos que respeten derechos, condiciones dignas, seguridades, espacios de escucha y discusión de lo que estamos haciendo.
El trabajo social, como aquellas profesiones que intervienen en lo social no pagan un seguro de mala praxis, pagamos los errores nuestros y de otros con el cuerpo y la salud mental.
Quisiéramos que estos horribles hechos en los que a tres mujeres les arrebataron la vida al menos nos dejen la posibilidad de reflexionar, no solo hacia dentro de nuestra profesión sino hacia fuera en nuestros lugares de trabajo.
Comisión Directiva
Colegio de Profesionales de Trabajo Social 2da. Circunscripción. Pcia. de Santa Fe
Pensando en voz alta:
1era parte: Gajes del oficio…
en otras profesiones también se muere: enfermeras por gripe A, médicos aquí y allá en manos de la enfermedad de sus pacientes, canta un cuarteto conocido de La Mona Gimenez creo; que el padre policía termina matando a su hijo ladrón… La Vida tiene esos duros reveses…
2da parte: pero los tres relatos no tienen que ver con gajes del oficio… pareciera que en nuestra vida privada no aplicamos nuestro supuesto saber social…. y preso/a de ello sucumbimos sin defendernos!
La pregunta es: siendo trabajadoras sociales, se supone que debemos saber diagnosticar precisamente que tipo de persona se esta vinculando con nosotras/os…
¿sabemos verdaderamente conocer al otro?
El manipulador/a requiere una intervención inteligente, incluso para poder verdaderamente hacerle el mejor bien posible.
El Amor es esencialmente inteligente, porque va de la Mismidad a la Alteridad tratando de despojarse de si para ponerse en función de la necesidad del otro… esto requiere una emoción inteligente! La cuestión…. que al manipulador no le hace nada bien que lo consintamos en sus caprichosas pretensiones, generalmente edonistas. Justamente el manipulador niega al otro! el nos cosifica!!! no puede «con-moverse», y lo mas duro/angustiante es «descubrir a alguien así» y ni hablar si es en el ámbito familiar y vincular primario. Duele
Frente al dolor muchos/as niegan la realidad, nadie queda exento de esta posibilidad.
Y que paso con el colectivo profesional que rodeaba a estas colegas? Vimos y nada hicimos, porque también quedamos presos en pre-conceptos: lo vincular es del terreno privado…,no público…, un excesivo respeto no nos permitió ver a tiempo la necesidad de intervenir de otra manera… En nombre de la «supuesta libertad de la colega» nada hicimos… hemos de saber que donde hay violencia no hay libertad ni de víctima ni de victimario!!! a la luz de los hechos y dolorosamente vemos que dejamos el terreno libre al asesino! y lo remarco no para ahondar culpa que para nada sirven, sino para aprehender de estas duras experiencias! aprehender colectivamente. Continuo pensando en voz alta…
Considero que debemos estar mas preparados profesionalmente y humanamente, en un mayor conocimiento con los aportes de la psicología social, y empezar a pensar en bosquejar algún sistema de auto control/consulta permanente como colegios de profesionales, similar al que tienen profesiones hermanas como los psicólogos que se auto exigen estar en auto tratamiento con otro colega… algo que nos permita pensar como colectivo cuando estamos al tanto de situaciones familiares/personales de colegas como las que mencionan fueron asesinadas.
Igualmente, sabemos que ni científicamente es posible controlar todas las variables! pero tal vez podamos aminorar el impacto estadístico que hoy con tres colegas nos abruma.
Mis condolencias sinceras a todos, en especial a los familiares y colegas que les conocieron personalmente a las tres profesionales fallecidas.
Pensemos…, meditemos que podemos hacer…, por tantos colegas que siguen en situaciones de maltrato familiar y/o vincular en la amistad, sin saber que hacer…
Elena Novo – Córdoba Capital